Las artimañas ideadas por los imaginativos comunicadores políticos siembran la rabia de una derrota con argumentos retorcidos que al final sólo dañan al país…pero eso no importa, lo que se busca es la destrucción del ganador, así se lleven por delante el bienestar de una nación.
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Y se dicen demócratas, pero sólo cuando ellos ganan, pues no toleran que existan amplios sectores con ideas diferentes a las suyas porque de inmediato le lanzan sus gavillas a través de los medios. Y hay que saber quiénes conforman esas gavillas: expresidentes, exministros, exgenerales, exfuncionarios de todos los pelambres y rangos del poder, banqueros, empresarios, voceros de gremios, medios de opinión parcializados, periodistas “agradecidos”, sicarios asesinos de líderes sociales y de izquierda…todos estos bien alineados en el propósito de demoler al “distinto”.
Han creado un bloque de dignidad denominado “la gente bien”, que desde que este gobierno progresista con muy pocos y débiles planteamientos de izquierda radical llegó a la presidencia por elección libre, viene siendo torpedeado por ellos de manera cruda y desargumentada, intentando someter con caprichos políticos a un presidente que hoy es respaldado por una opinión pública de muchos matices ideológicos, hastiados de la corrupción y de los privilegios otorgados a los más vagos e incapaces delfines del poder.
Ganar para arrasar al enemigo y para aumentar las barreras de desigualdad social, llenando de gabelas a los magnates y distinguidos socios de las membresías más encumbradas, así como ejercer el poder para enriquecerse con los negocios públicos beneficiando a contratistas amigos y alargando la cadena de la redistribución inequitativa que nos viene dividiendo cada vez con mayor fuerza, es el mundo que quieren perpetuar sin perder este insoportable e inhumano status quo.
Y perder para destrozar cualquier propuesta que beneficie a su contendor aunque esté trabajando para mejorar las condiciones de vida de los sectores más excluidos, reafirma las dos caras de una moneda que permanece caliente en sus bolsillos y que es lanzada cada cuatro años con el mismo apetito burocrático y con el mismo odio que les produce la derrota.
En medio de esta coyuntura actual, se asoma en el panorama político del país las elecciones regionales más virulentas de los últimos tiempos, donde los derrotados en presidenciales empiezan a sacar todos sus asquerosos pertrechos para ganar los cargos regionales más significativos con la única intención de bloquear desde estos centros de la política el plan social del gobierno Petro.
Con la ayuda desbordada de los medios, muchos de ellos con escenarios regalados a los candidatos de su simpatía, los avances del gobierno son minimizados o invisibilizados por completo a una opinión pública que cada vez más entiende que las noticias ocultan la verdad descaradamente, moviéndola a buscar en medios electrónicos independientes la verdad oculta por este delirante y oscuro poder que tanto agobia y cansa.
La tarea del gobierno, además de no perder su buen ritmo de propuestas cumplidas, será la de mejorar su sistema de comunicación, aumentando el contacto con las comunidades marginadas y vivas de este país, para rodearse de su apoyo, brindándoles mejorías notables en los aspectos sociales más atrasados.
Petro no es un presidente fácil. Lo ha demostrado desde su posesión. Rechaza el manoseo de los poderosos y está apegado a un equipo que trabaja con lealtad y respeto por su mandato. Lidera en todos los campos y da la cara a los temas considerados intocables que han sido hipócritamente manejados por gobiernos idos.
Gobiernos corruptos apoyados abiertamente por las altas esferas sociales, económicas y políticas que no se cansan de insultar de la peor forma a un presidente de clase media y a un vicepresidenta negra a la que no sólo agreden por su color, sino que además no aceptan que una mujer raizal humilde llegue a tal posición de un poder que sólo conciben para ellos.
Con su equipo, con un sistema de comunicación que llegue a la opinión pública de manera eficaz y contundente, con aliados internacionales, con el apoyo popular de la gente, liderando una administración transparente que lucha contra la corrupción, sacando adelante el proyecto de la paz total, de la defensa del medio ambiente, protegiendo a los jóvenes, a los campesinos, a los trabajadores y a las regiones excluidas, convirtiéndose en el líder que el país reclama, Gustavo Petro nos podría dar un 2023 distinto en décadas, en contra de las puñaletas del odio, del revanchismo y de las gavillas que lo atacan con mentiras y matoneos.