Murió Santiago García

Hace días los jóvenes que siempre llenan las calles del tradicional barrio de La Candelaria, sienten el peso de la ausencia de un hombre que lo dio todo a la inteligencia y a la interpretación de la vida con deliciosos toques de ironía y humor…Santiago García, el eterno director del Teatro colombiano, quien se atiborró de silencios y ahora anda entre los recovecos de sí mismo buscando un planeta llamado soledad…buen viento y buena mar maestro!

Bogotá/20.– Gracias al ocio, Santiago García logró hacer de su vida un inmenso escenario donde no sólo los telones, las penumbras y el sudor de los actores le permitieron montar mil dramas, sino que además le abrió espacio a su pintura, a la dramaturgia, a sembrar amigos entrañables, a tertuliar eternamente y a apasionarse por lecturas tan insólitas como la astronomía.

Caminó por las calles del centro de Bogotá como un peatón indocumentado, llevando bajo su brazo un libro de poesías regalado obstinadamente y a la fuerza por algún amigo inspirado, un guión de cine para aprender, un periódico viejo, o un dudoso pan baguette que consume con un plato hirviendo de espaguetis.

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Teatro La Candelaria: Obras 2006 - 2016 - Kiosko Teatral

Teatro de La Candelaria (ZONA CENTRO) | Zona Bogota DC

Hasta su casa-teatro de La Candelaria, con aquella fuente de agua en el centro del patio, siempre llegaron los jóvenes a beber de su conocimiento con la misma serenidad que las aves cuando beben en paz lejos de la escopeta del perdiguero. Rodeado de ellos, a quienes saludaba con cariño y aprecio, Santiago se llenaba de motivos para declarar la vida y no la guerra al riguroso oficio del teatro, izando banderas sociales y culturales muy criticadas e incomprendidas por otros.

Su pasión teatral alcanzó reconocimiento mundial en marzo de 2012, cuando recibió del Instituto Internacional de Teatro ITI, de la Unesco, la distinción de Embajador Mundial del Teatro en una reunión celebrada por el Comité Ejecutivo en París.

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En aquella ocasión Tobías Binancone, Director General de la ITI,  en una comunicación enviada a Santiago informado su nombramiento, dijo “estamos muy felices de que el señor García, un reconocido artista colombiano y gran inspiración para los colegas de la red ITI, haya aceptado ser embajador del teatro para el mundo.  Su nominación en este 2012, coincide con la conmemoración de los 50 años del Día Internacional del Teatro, lo que es particularmente significativa”.

En Latinoamérica sólo se ha reconocido con esta distinción a Augusto Boal (Brasil, 1931 – 2009), creador del denominado Teatro del Oprimido, que busca hacer accesible el lenguaje teatral como método pedagógico para la transformación de la realidad social.

El mismo nombramiento únicamente lo ostentan siete grandes personalidades en el mundo entre las que están Wole Soyinka, Premio Nobel de Literatura, y Anatoli Vassiliev, considerado la máxima figura de la dirección teatral en Rusia.

Esta declaratoria, que honra al Teatro Colombiano ante el mundo, fue una realidad gracias a la postulación promovida por el Centro Colombiano de la ITI – Unesco y el Ministerio de Cultura, que aquel año rindió un homenaje al maestro García durante la celebración del Día Internacional del Teatro, ese 27 de marzo.

“Nosotros, los hombres y mujeres de teatro colombiano, sabemos que es posible hablar de lo que nos duele y de lo que nos alegra y que también se puede, como en la escena, entender los conflictos. Lo sabemos porque hemos conformado grupos y públicos, hemos sabido convivir entre diferentes y hemos tramitado las divergencias en la creación, un lugar sagrado y misterioso que permite recrear la vida y por lo tanto contribuir a transformarla”, afirmó aquella vez Santiago García.

Y agregó: “En este Día Internacional del Teatro 2012, llamamos al mundo del teatro, a los actores y actrices de Colombia a que no abandonen el barco de la creación. Es el único lugar donde no se naufraga. Por supuesto que no es fácil permanecer en él porque es un lugar de riesgo, pero de gran satisfacción porque es el lugar, desde donde nos podemos reír, incluso, de las pasajeras pompas del poder”.

En una entrevista concedida por Santiago García al periodista Daniel Grajales de El Mundo, recordó cómo fueron los inicios de su vida teatral y la visión que le quiso imprimir a su trabajo:

-¿Cómo nació el Teatro La Candelaria y su apuesta por hacer un teatro independiente? 

“El Teatro La Candelaria nació hace casi cincuenta años, en una casa que había vieja, en la que actualmente funciona, allí nos reunimos un grupo de personas que queríamos hacer un teatro independiente, sin apoyo de ninguna entidad”.

“Con los años, comenzamos a recibir algunos estímulos del Estado y así empezamos a convertirnos en un grupo organizado, aunque siempre con independencia y guiados por el público”.

-¿Qué línea quisieron imprimirle a la propuesta escénica del teatro, cómo querían que fueran sus obras?

“Lo fundamental era inventar nuestras propias obras, ser autores de las obras que queríamos hacer. Fuimos pioneros en la creación colectiva, crear las obras entre todos, el autor era el grupo, que cada vez exigía ser más estable”.

“Hicimos obras de un notable éxito como «Un hombre es un hombre», conseguimos seguir en la casa, hacer un equipo sólido, fueron más de veinte puestas en escena”.

“Entonces, comenzaron a aparecer muchos grupos de teatro en otras ciudades, como el de Enrique Buenaventura en Cali, otras en Bucaramanga”.

“Estábamos dando el ejemplo de sostener y mantener una casa con su grupo estable, sin apoyo del teatro, el público era el que nos lograba mantener”.

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-Santiago, cuéntele a nuestros lectores ¿por qué entre la arquitectura y el teatro usted decidió “vivir el arte”?

“Era estudiante de arquitectura y hacía teatro. Después de graduado, debí elegir entre el teatro y la arquitectura, y me quedé con el teatro, ya que este estaba más lleno de posibilidades, era más interesante. La arquitectura veía que requería que uno tuviera su oficina y no un arte, como el teatro, el arte me gustó muchísimo”.

-¿Cuáles fueron las problemáticas sociales que marcaron sus obras y cómo quisieron abordarlas?

“Las dificultades del ser humano para vivir en una sociedad como la nuestra, en una sociedad capitalista. Quisimos explorar cómo se debió abatir el hombre desde su aislamiento, o logrando una organización, para poder sobrevivir, ese dilema que se le presenta al ser humano para poder subsistir en una sociedad capitalista. Así, logramos crear muchas obras, estuvimos en Estados Unidos, en Francia e Italia, haciendo gran resonancia, las obras nos identificaron mucho”.

-¿Qué cree usted que logró conquistar al público capitalino, además de la influencia que lograron en otras ciudades del país, ya que para esa época el teatro no tenía tanta fuerza como ahora?

“El lugar en donde estábamos y seguimos estando, en pleno barrio La Candelaria, en el puro Centro, eso logró mucha acogida en el público. Además, conseguimos hacer un grupo estable, de cerca de quince actores, que estaban comprometidos. Éramos un grupo en una sala de una casa, con actores estables”.

-¿Había una preocupación por perdurar en el tiempo o solo querían expresarse libremente, hasta cuando el público lo aceptara?

“Todos trabajábamos por lo inmediato, por hacer una obra de teatro, presentarla y mostrarla hasta que dejara de ir el público, pero no fue así, seguía llegándonos gente, seguíamos llenando la sala”.

-Ahora que usted no está de lleno en el Teatro, ¿qué queda en La Candelaria de esos sueños iniciales?

“Nos ha ido muy bien, la casa que era arrendada es ahora nuestra y hemos logrado mantener un grupo estable, de quince o veinte actores estables. Aún están en escena pioneros como Fernando Mendoza, Patricia Ariza y Francisco Martínez”.

-¿Que tanta influencia de los lingüistas estructuralistas, de los teóricos del análisis textual y de los semiólogos ha habido en el trabajo del Teatro La Candelaria?

“Siempre fueron muy importantes las obras de autores franceses y alemanes. Después, fue muy admirable el trabajo de Enrique Buenaventura. Principalmente nuestra influencia de los teóricos, grandes maestros, fue la de Eugène Ionesco, el gran dramaturgo francés de origen rumano”.

Ya no está este entrañable y admirado compañero de viaje, y poco a poco la generación más luminosa de la escena nacional se esfuma y desaparece tras esa ineludible puerta por donde algún día nos desvaneceremos todos…hasta entonces!