Cuando las redes sociales entraron a jugar con todo su poder de penetración y de influencia sobre la opinión mundial, los medios informativos se sintieron apartados de su tarea y buscaron desesperadamente estrategias de comunicación que les permitiera navegar en un mundo nuevo, donde el manejo de las masas no se les fuera de sus manos…y entonces le pusieron pausa al periodismo

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Exasperados por la pérdida de influencia arrebatada por los teléfonos celulares que cualquier ciudadano del mundo puede operar para emitir en directo y en tiempo real sucesos y opiniones inmediatas sin filtro, sin códigos de rigor y sin control de jefes de emisión, los medios se reinventaron, dejando en el tarro de la basura gran parte de la ética y el rigor que el periodismo exige como estructura de control público.

Los grandes medios del mundo, absorbidos íntegramente por los enormes e influyentes conglomerados del poder, cambiaron las reglas de juego cuando los ciudadanos empezaron a utilizar sus herramientas virtuales para oponerse, criticar, denunciar y señalar los peligros que los políticos y los hombres de negocios traen consigo.

La gota que rebosó su paciencia se dio durante la elección de Barack Obama como presidente de los Estados Unidos, en cuyo triunfo la influencia de las redes sociales y los programas de seguimiento a las variables de los electores, fueron la clave de su éxito, en contra de los medios de la oposición conservadora.

Los republicanos y sus poderosos informativos de opinión fueron aplastados por un equipo de jóvenes innovadores dejando aquel sabor de revancha que aún no pueden asimilar del todo. Sin embargo, la gran deformación de los medios se dio en el periodo de Trump.

Durante las primarias de 2016, Les Moonves, presidente de la cadena CBS, dijo con franqueza pasmosa en mitad de una conferencia de prensa en San Francisco, que la candidatura de Trump “quizá no sea buena para Estados Unidos, pero es estupenda para CBS”.

Tan explosiva declaración desbalanceó por completo la imparcialidad de la más grande cadena noticiosa de televisión de los Estados Unidos, comprometiendo el rigor y el profesionalismo de sus periodistas, que sintieron esto como una instrucción mandataria.

Y como una maldita pandemia, los medios de diferentes países sintieron que de aquella parcialidad política dependía el negocio de las noticias, que, aunque viene perdiendo audiencias subyugadas por años, aún conservan una importante población atada a sus noticieros.

Pero increíblemente, eso ya no depende de los titulares con primicias exclusivas. Hoy depende de las noticias envenenadas con odio y revanchismo en contra del mandatario de turno, del personaje en desgracia, de la figura depravada o corrupta, de los políticos que atizan polémicas inmorales, de las noticias falsas que todos creen por conveniencia política, racial, religiosa, o incluso en defensa de privilegios sociales.

Los medios de hoy son un pandemonio desbocado…

Se dice, por ejemplo, y con mucho cinismo, que un período presidencial tranquilo genera “noticias aburridas”, afectando los beneficios económicos de los medios. Su negocio radica en lanzar noticias que causen rabia y descontento en las audiencias para generar más “clics y lectores”, y entonces le abrieron todas las puertas a las noticias falsas, escudándose en “al parecer”, “presuntamente”, “según rumores”…algo inconcebible en el oficio más bello del mundo.

Todo esto matizado con muletillas que generan una descarga de miedo, tensión y rabia y que los medios dominan a la perfección, en contra, una vez más, de un periodismo ético, riguroso y neutral: “duras reacciones…”, “desconfianza entre…”, “rechazo provocaron…”, “incertidumbre por…”, “con mucho temor recibieron…”, “la improvisación…”, “como una amenaza contra…”, “según expertos…”, “muchas dudas…”; y así con encabezados provocadores y pendencieros, mantienen vivas sus delirantes audiencias.

El periodismo leal, con rigor y de extrema comprobación, fue pausado para aprovechar esta oleada de informaciones falsas y rabiosas que hacen sonar las registradoras de un negocio estructurado sobre noticias sucias

Pero llamamos a escena a su principal protagonista…al periodista del poder!

En el mundo entero el periodismo maneja una pirámide construida con periodistas clasificados según su protagonismo y su importancia en medios, soportada por una enorme base de reporteros, fotógrafos, camarógrafos, columnistas, editores, diagramadores, jefes de redacción y demás cargos que hoy constituyen sus nóminas, incluyendo a los jóvenes reyes de las redes sociales.

En la cúspide de esta pirámide se encuentran las y los presentadores de noticias, los periodistas “estrellas”, los delfines de los dueños de los medios que nacen dizque con el periodismo en sus genes y en su sangre, y últimamente surgieron los periodistas fletados por el poder económico propietario de periódicos, canales de televisión, revistas, cadenas radiales, y de plataformas virtuales, todas dispuestas al servicio de las clases políticas tradicionales.

Con grandes salarios, con licencia para atacar con cualquier argumento a quienes consideren enemigos de sus amos, sentados en los tronos que los medios construyen para ellos, estos y estas figuras mediáticas, son consideradas las “vacas sagradas” de los acontecimientos retorcidos y manipulados desvergonzadamente por quienes en alguna etapa de su vida fueron vistos como periodistas apegados al rigor del oficio.

Hoy son mejores periodistas quienes mantienen encendida la polarización, el revanchismo, el odio, las mentiras y el cinismo, que quienes, en contra de esta ruinosa maquinaria de prensa negra, ejercen el periodismo con lealtad a la verdad.

Y sobre la verdad se podrían escribir volúmenes, pero aquí sólo diremos que la gente ya no cree en las noticias de los grandes informativos, porque una vez enterados de quienes eran los amos que estaban detrás de cada nota periodística, sintieron que, en vez de dar informaciones veraces, lo que hacían era esconder hechos vergonzosos, reemplazándolos por sucesos irrelevantes.

Y aquí estamos…soportando una catástrofe donde los medios parecen cascarones de mucha importancia, pero vacíos de periodismo y de sus componentes más elementales para ejercer una vocación en donde con cada párrafo muchos buenos periodistas se juegan la vida, en contra de la deformada irrealidad.

Dedicarse a la lectura de vieja literatura, escuchar música y realizar largas caminatas por parques o avenidas, es hoy mejor opción que sentarse a ver, escuchar y leer noticias, o que navegar por redes…el mundo ya es otro y el periodismo agoniza.